Historia de un alma, Antonio Praena

Tengo dos libros de Antonio Praena. Los dos han sido regalos de sendos conocidos. Creo que es lo mejor que se puede decir de un libro, sea de poesía o de cocina. Aunque si es de poesía, más mérito tiene. Que la poesía pase de mano en mano. Que configure unos vínculos invisibles entre personas y dentro de uno mismo. Así surge una constelación de gestos, percepciones, amistades, algo que trabaja de fondo. 
Historia de un alma. Cuando menos chocante. Cuando más excitante. Ese caramelo gusta. Llega rápido por las venas al sistema nervioso, azuzado como perro hacia su hueso: la poesía. Juego de máscaras, una confusión de identidades en la que, otra vez, uno queda conquistado: poesía. Este libro, a mi juicio, cuenta con suficientes virtudes que lo definen como un libro de poemas vigoroso, eficaz. Artefacto poético bien diseñado, magníficamente construido, con un acabado liso y metálico, como el lomo de una Kawasaki, o como adivina uno que debe de ser el lomo de una Kawasaki, uno que nada sabe de motos y un poco, de puro equivocarse, de poesía.

Cuenta Antonio Praena, en unamuniano juego de espejos, que el personaje de su libro aprendió de las vicisitudes que vivió su creador, es decir, el propio Antonio Praena. La experiencia como voluntario en centros penitenciarios, con enfermas de SIDA, apuntaló las hechuras de este protagonista de moral laxa y verbo exuberante. Entre una exuberancia contenida y un fingimiento literaturesco despliega su palabra en el tiempo, testigo fiel del que le ha tocado en suerte. Este libro ofrece, además, una cruda reflexión de época. La panorámica y el detalle alternan con el juego de manos de la ficción. El yo lírico, que oficia con cinismo y pulso firme, agita el árbol para que caigan los frutos. Bayas de tradición y modernidad. Grosellas lúbricas, embarradas, sofisticación y empuje. Aunque sea como ejercicio de escamoteo, superposición de láminas que no esconden sino que traslucen mejor la fractura del ser. Un ser desgarrado de deseo, merodeador en las afueras que todos llevamos dentro. Recordemos aquí a Éluard: hay otros mundos pero están en este, hay otras vidas pero están en ti.


Salida 13
 
Si una especie de hombres se atreviera
sólo a soñar las cosas que yo he visto,
todos los sueños morirían.
He visto Barbys desvirgadas
entre los guantes impolutos
de un tipo trajeado.
Marquesas y fervientes
regalar pitilleras
con tal de ser tratadas como golfas.
He visto el Maserati de un famoso
en los arcenes de Las Barranquillas
—ya sabéis: salida 13
de la Autovía de Valencia—
buscando mefedrona junto a un chulo
con Wranglers de elastano.
También he visto anillos de brillantes
al fondo de condones
y polvo de kamagra
sobre botines de serpiente genuina.
¿Qué esperabais del arte? ¿Alguna vez
te has preguntado cuántos mundos
se esconden en lo oscuro de este mundo?
Los sueños no podrían respondernos,
porque los sueños son absurdos e idealistas
igual que el niño muerto que llevamos
muy dentro de nosotros.
Y he visto, finalmente, te lo juro
—porque las letras son ajenas a los sueños—
sobre un cuerpo ciclado
con anabolizantes esteroides,
un tatuaje que dice:
“aquí no queda espacio para tanto vacío”.

Historia de un alma, Antonio Praena. Visor, 2017.

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