El árbol de la vida, Terrence Malick 2011

Debemos agradecerle a Malick que nos dé la oportunidad de comprobar nuestros niveles de imbecilidad.


Nuestro embrutecimiento autocomplaciente, ese que nos permite pasarnos sin problema cuatro horas diarias viendo Sálvame pero nos incapacita para estar sentados dos horas y media en una sala de cine.  Y más si es para ver a Brad Pitt y que no se quite la camiseta en toda la película.


En los cines Ideal de Madrid fueron una docena. Un 35% de la sala. Ese fue el número de imbéciles aquella noche. No me imagino al 35% de los asistentes, previo pago de la entrada en el museo Tretyakov de Moscú, cachondeándose de un cuadro de Chagall porque sea lírico. Pero esto es EspaÑa y a una sala de cine se va a lo que se va, a ver puñetazos, persecuciones y sexo. Cuanto más mejor. Además, que si el pueblo las paga es justo, porque ahí está la clave, no pagamos ocho euros para que nos hagan pensar o presenciar arte, no, los pagamos para todo lo contrario, así que, directores postmodernos, hágannos el favor de hablarnos en necio para darnos gusto. Menos mal que Malick ha hecho una mierda lírica filosófica para recordarnos que lo que queremos son puñetazos, persecuciones y sexo.

Pero nos dan niños muertos y dinosaurios con sentimientos. Y tenemos que aguantar la sucesión de fondos de salvapantalla durante toda la película. Que si volcanes, que si flores, que si pájaros, que si tierra, que si cielo, que si agua. Escenas que funcionan de un modo tan autónomo como anuncios de perfume. Y en medio las voces susurrantes. No olvidemos las voces susurrantes. Las que nos dejan levemente acojonados tras la llama que Malick se inventa para mantenernos religiosamente timoratos de Dios. Igual es que la película va de Dios. O de que no hay Dios. O igual es que va sobre el Bien y el Mal. Bataille bien podría haber incluido la historia de la familia entre sus ensayos de La literatura y el mal. Heathcliff bien podría ser el protagonista aquí. Estamos atormentados, de eso no hay duda. No podemos vivir fácilmente porque acabaríamos viendo Sálvame. Pero si alguien nos obliga, nos jode. Y no, no es plan.

Sí, la madre levita junto a un árbol.

Los novedosos apedrean a los originales.


Por eso las taquillas se llenan con remakes, precuelas y tomaduras de pelo más o menos directas. Pero no olvidemos que estamos en EspaÑa y yo voy a hacer ruido comiendo mis palomitas.


Además, la película apenas tiene diálogo. La vi en VOSE pero igual podía haberla visto en el Kinépolis. ¿Que la actriz comunica con la mirada? Y a mí qué. Yo quiero mi ración de hostias. ¿Que la carga emotiva es apabullante y contiene grandes logros estéticos? No sé de qué me hablas. Yo quiero lo que quiero. Yo no entiendo de películas que no cuentan lo de siempre y como siempre. Como mucho paso un flashback. O si me haces muchos y flipo mucho igual digo que la película es la caña como Memento. Pero por favor, no innoves conmigo, no quieras hacer algo diferente, no me trates como si fuera inteligente. Y por supuesto no esperes que sea educado.

A pesar de las dos horas y media, creo que la película se me hizo corta por las cabezadas que pegué de cuando en cuando. No es culpa mía, me llevan al cine después de pasar por el H&M y por Tipos infames y por una hamburguesa Manhattan en un Vips. El epítome de la vida: ropa, libros y comida.

Y ahora diré algo. La escena final en la playa me gusta porque es de una simbología y una intensidad desconcertantes. Y la inicial sobre el origen de la vida es cine de verdad. Sobra mucho en la película pero esas dos escenas solas bastan para situar a esta película entre las grandes obras de arte. Una de las películas más extrañas que he visto y veré en años. Y quien quiera saber de qué va que vaya a verla.

Comentarios

  1. Sensacional reflexión, mi querido Antoinne. Las dos escenas que mencionás son justamente las que están de más y, por eso, se hacen núcleos.
    Besos!

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  2. En cuanto a imbecilidad y educación el 65% es un montón teniendo en cuenta que en el arte todavía hay gente que piensa que Blanco sobre blanco de Malévich es una tomadura de pelo y Miró ni te cuento... Tampoco creo que sea algo exclusivamente espaÑol. Me conformo muy mucho con ese 65% que respetó y disfrutó la película y más con ese 4% que se quedó a ver extasiado hasta el último crédito. Por cierto ¿te llevaron o fuiste? Et oui, c'était ta faute (Ja!)

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  3. Que conste que fui a verla al Kinepolis, en la sala más grande de todas, con pantalla gigante y los sillones más confortables del mundo mundial...lo cual sublimó aún más la experiencia. Por lo que concierne mis ideologías, lo cierto es que la visión Panteísta(bella) me removió. Y empecé a creer en ella. La indudable estética y la maravillosamente tratada carga emocional me puso los pelos de punta, y hasta que empezó la escena en la playa, hasta la última letra del crédito, estuve llorando como una magdalena (de Proust), porque claro, esto toca fibras altamente ligadas a la infancia, al amor, a mis abuelos fallecidos, a mis enfados con la puta vida y la muerte, a todo lo que tengo en un rinconcito de la cabeza cerrado con llave....y allí Malick supo darle el girito a la llave, digamos un cuarto de giro….lo suficiente como para hacerme derramar lágrimas que llegaron hasta el escote. ¿Lo mejor de todo?: El beso que nos dimos con mi amor, cuando la luz se encendió.

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  4. A mí la escena de la playa me gustó y mucho, aunque creo que no es muy popular. No sé, será porque mi estado era de duermevela, pero vi ahí algo emocional y muy profundo, como si tiras de una flor y sacas la raíz, había una raíz nuestra, un misterio. Supongo que durante muchos años me imaginé así la muerte. Un lugara de reencuentro.

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  5. Oye y que la tía levite me pareció estupendo. Echo de menos ese aparente sinsentido. Como los dinosaurios: hablo de la vida, del nacimiento, de padres e hijos que tienen que morir o ver morir a sus hijos, y hablo de algo ancestral así que recuerdo el origen de la vida.

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  6. Llevo semanas persiguiendo esta película, pero por lo que contáis no creo que la traigan a Lucena. ¿Ni siquiera se compadecen de Brad Pitt las grandes distribuidoras? Cuando consiga verla releeré la entrada. Señor crítico cinematográfico, nunca me perdonaré el haberme quedado dormida, hace años, con "El sentido de la vida" y otras que me gustaban. ¡Concéntrese usted en su tarea, por favor!

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  7. A mí la película me ha dejado una sensación extraña, como si me hubiese pasado dos horas viendo algo que en conjunto carece de sentido, como si me hubiesen querido contar algo sin llegar a desvelarlo por completo, a retazos, con extrañas metáforas, sensaciones y pequeños "flashes" inconexos. Y al minuto de acabar pensé: ¿no es eso al final lo que va quedando de la vida? Pequeños recuerdos, imágenes inconexas, las vivencias más duras que nos moldean, idealizaciones sobre lo malo y lo bueno -lease madre voladora-, sensaciones y recuerdos vagos, imágenes sueltas. Eso es lo que me ha impactado de la película, la forma de contarlo, o mejor dicho, de no contarlo, de hacer que lo vivamos.
    Y sobre la escena de la playa, puede que sobre, no lo sé. Considero que sólo es la expresión del anhelo que todos tenemos de que al final todo lo bueno y lo malo que nos sucede en esto que llamamos vida tenga algún sentido.

    Todo esto a botepronto. Mañana puede que la interprete de forma totalmente distinta, y mucho más si vuelvo a verla. Pero ¿no es eso lo que la convierte en una obra de arte?

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  8. Eso que describes, Anónimo, es para mí la experiencia de la poesía. Así que te felicito.

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