El ataque preventivo y la especie en el alambre
Si a la extinción del hombre le sucede en la Tierra una
nueva era de vida inteligente, a saber liderada por los mapaches, a buen seguro
se interesarán por aquella antigua especie, otrora dominadora de cuanto
existía, que acabó por destruirse a sí misma, capaz de la belleza y la barbarie
a partes iguales.
Aquellos seres bípedos, erectos, pensarán, establecieron
jerarquías en función de relaciones de poder. Los más fuertes primero, los más
ricos después, persuadieron a los demás de que vivían en el mejor de los mundos;
colmaron sus vidas con necesidades adquiridas. Así, mientras unos dedicaban sus
días a comprar interminablemente la última vestimenta del mercado, a ir
regularmente a grandes superficies mecanizadas donde muscularse o broncearse
artificialmente, o mirar durante horas en pantallas HD los fuegos fatuos que
resumían su forma de vida; sin tener que elegir nada aparte de la talla de su
ropa de última moda, la marca de la pantalla o la tarifa más económica para
estar siempre virtualmente conectado, los otros, mientras, agrandaban y
perpetuaban su poder.
Los mapaches, entonces, estudiarán la relación entre dos
hechos: el primero, que aquella lejana y portentosa especie, ya extinta, fuera
eminentemente patriarcal, de principio a fin; el segundo, su probada tendencia
a la autodestrucción.
Descubrirán, al remover la tierra para sus nuevas
construcciones, capós de coches rayados por llaves insidiosas, casquillos de proyectiles
usados entre iguales, radiografías de pulmones comidos por el cáncer, restos inútiles
de maquinaria procedente de grandes compañías tabacaleras, tomos de leyes
desglosadas en interminables epígrafes, bellas calaveras de mujeres que, a
juzgar por la posición en que se encontraron, sentían la necesidad de abrazar.
Algún mapache, investigador perspicaz y perseverante,
limpiará de polvo, reconstruirá los pedazos rotos y desentrañará aquella elaborada
escritura de signos lineales; comprenderá que la especie que levantó su
imperio, dominando y sometiendo la Tierra durante varios miles de años, había
dejado por escrito, desde los albores de su existencia, los motivos que, mucho después,
apenas un suspiro de tiempo, le llevarían a su propia desaparición.
Genial
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