We're all nobody to somebody

Aprovechando que tiene nuevo libro, parece que el azar ha querido que hoy, inopinadamente, por decirlo al modo literario, cogiera aquel otro libro que compré hace tiempo y al que, como a tantas cosas, no le he prestado la atención que seguramente merece. Hablo de Rubén Martín, según creo poeta granadino y –de esto tengo menos dudas– lector voraz de todos los pies de página que encuentra en la novela del mundo.

El azar ha querido también –desconozco los motivos– que abra mi ejemplar de Radiografía del temblor (Renacimiento, 2007. Premio de poesía Andalucía Joven) por la página 43, donde aparece este poema: 

L'ESPIRT D'ESCALIER

Sostén estas palabras
e ilumina el descenso:
la intensa balaustrada hecha de alambre
recorrida por voces, por susurros
cada vez más profundos
y más débiles.
                       Sólo tu corazón
que aquí golpea, irregulares pasos
en peldaños que apuntalan tu caída,
la imposible escalera que trepa hacia el abismo
y este monólogo de luz que ahora se agota.

Creo que estoy desarmado. Siendo honestos, no tengo instrumentos críticos para desmantelar ninguna manifestación artística. Prefiero, por eso, recordar aquellas luminosas páginas iniciales de La muerte en Venecia, gracias a las cuales y a Thomas Mann puedo seguir con mi tarea:

«Los hombres no saben por qué rinden admiración a una obra de arte. Muy alejados de la verdadera comprensión, creen descubrir en ella cien virtudes distintas, para justificar su propia admiración; sin embargo, la verdadera causa de su entusiasmo es difícil de explicar, es simpatía.»

Continúa:


«... casi todas las grandes cosas existentes nacieron a pesar del dolor y el tormento, la pobreza, la soledad, la flaqueza física, el vicio y la pasión».


Quien lea este poema y se sienta inerme, quien camine con indecisión por un tremedal al que llame vida, en la primera hora del día podrá agarrarse a sí mismo y, en ese abrazo cóncavo, tal vez presienta que ahora sí está en el momento decisivo. Sólo entonces su corazón admita ser dicho (de) una vez, tan fugazmente que cuando quiera repetirlo sólo hallará un hueco. Entonces recordará la caída con nostalgia. Y a eso podrá llamarlo arte, que es vida sublimada, rotunda, sin contemplaciones. 

Acabo con la cita que abre el Radiografía del temblor:

«I'm Nobody. Who are you?
Are you –Nobody– too?»
Emily Dickinson

Comentarios

  1. El mismo azar me ha traído hasta aquí y me ha encantado este poliédrico comentario. Emily pasando consulta a Carlitos, ...dan ganas de ponerse a la cola de la consulta.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares