Cuatro gatos

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Dice Juan Andrés García Román sobre Berta García Faet que es la voz poética más destacada de su generación. Berta nació en Valencia en 1988 y ahora forma parte de la colonia española diseminada por los campus universitarios yanquis. El viernes estuvo en la librería Ubú en la que, según entendí, ha sido su primera visita a Granada. Fue una lectura al alimón entre los dos poetas que, en palabras referidas por la propia Berta, parecen dos almas gemelas. Vallejo y un avispero, la definió Juan Andrés. Estos dos poetas hablando, leyendo, son todo un acontecimiento poético. 

Preguntado, Juan Andrés dijo que quizás saliera algo nuevo en octubre. Cada libro de Juan Andrés contiene al menos una pieza de orfebrería onírica, una obra de arte mayúscula. Ayer nos leyó la próxima, aún inédita, a los cuatro gatos que acudimos a dar sorbos del platillo que una buena vecina nos dio. Por su parte, Berta demostró lo que hace más de un lustro le intuí en una edición de Cosmopoética: que es un animal poético. Una voz intensa, proteica, arrolladora y que produce una severa adicción como la que causa la cercanía de los precipicios. Uno no puede simplemente dejar de mirarlos. Sus versos se despliegan rítmicos, vulnerables pero portentosos, comprenden su tiempo y habitan un espacio que solo ella ha sabido encontrar. Ese es el don, tanto de uno como de otra. Como en el fútbol, y perdonen la comparación, es el don de la sencillez: ver los espacios donde otros solo ven piernas, táctica y patadas.

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