Sólo quiero existir

Es la frase final de una película menor de tres actores que aún no habían dado lo mejor de sí, película vista intermitentemente durante la siesta de una tarde que no pasará a la historia. El equipo de béisbol de Durham juega en la segunda división, viene a ser un C.D. Alcoyano abocado a jugarse el descenso cada año. Cada año una madura y atractiva periodista del condado se encapricha de algún jugador. Este año le toca al joven pitcher, un patán del que tratará de sacar el talento que alberga. Entre ella y un veterano catcher en el ocaso de su carrera logran que aquél haga una gran temporada y fiche por un equipo de primera. Quedan los dos, ella y él, frente a una realidad generacional. El viejo se aparta para que el joven vuele. Así que, al final, sólo quiere existir. Tiene esta pseudo-comedia romántica un toque del desamparo del Norma Desmond en El crespúsculo de los dioses o de Clark Gable y Marylin Monroe en Vidas rebeldes. Hoy precisamente llegué al siguiente pensamiento: cuando todos vayan muriendo y sus cuentas de gmail queden inactivas se perderán los vídeos de Youtube. Igual con las fotos de Tumblr. No sé si me explico. Esta es nuestra historia, bailemos en el salón porque todo lo que acumularemos será el relato de nuestro fracaso y, cuando lo entendamos, sólo querremos existir.

Comentarios

  1. Muy bueno. Me gustó esa película cuando la vi en su día. Por la historia, y por los actores, por supuesto. ¿Por qué nos atrae tanto la mitificación del fracaso?

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  2. Buena pregunta, seguramente tenga muchas respuestas filosóficas, científicas, psicológicas o neuronales, pero qué sería de la literatura sin el fracaso, y de la vida, si no fracasáramos tendríamos que ponerle otro nombre.

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