La nave, José Pablo Barragán
La nave
José Pablo Barragán
El Gaviero Ediciones, 2012

Sea como sea, material narrativo
y, ahora, también poético con La nave,
de José Pablo Barragán, poeta sin problemas para versificar lo que le echen. En
el poema “Soylent Green” se atreve con la actualización del clásico “Amor
constante más allá de la muerte” en lo que vendría a ser un principio de ensayo
sobre Quevedo y el materialismo. El alarde versificador tiene como colofón el
poema “Tiempo y tiempos”, una versión –traducción literaria– de “Tempo e
tempi” de Montale.
Hecatombes, realidad virtual o
mutaciones no son nada comparados con la imagen de un funcionario registrando
la memoria del universo y completando así el mayor de los expolios, pues supone
desposeernos de lo único que nos pertenece: nuestra muerte. El no-tiempo en el
que se desarrollan estos poemas resulta que es el nuestro. Por eso La nave, además de maravilla científica,
es una morada humana (Tomás Salvador, autor de La nave, primera novela española de ciencia ficción) para quien busca refugio de esa epidemia
llamada felicidad de las masas. Los modernos dispositivos de placer
(Lipovetsky) hacen realidad el mito
romántico de la evasión a un paraje exótico o al menos algún sitio lo
suficientemente alejado. Todo vale en la causa común de este gran simulacro, el
último remanso en el que confiar y tener fe. “Por un precio asequible hacemos
realidad todos sus sueños”: nuestros mitos convertidos en mercadotecnia. El
grado más alto de consumo: consumimos nuestra propia historia.
“Mi vida son recuerdos
implantados”, esta versión del verso machadiano, pasado por Philip K. Dick y
mezclado con Ridley Scott, nos da idea del lugar donde nos sitúan los poemas de
ciencia ficción de José Pablo Barragán: en el presente atemporal. El tiempo que
predijo Eliot con sus hombres huecos convertido en la sospecha de si no
estaremos ya hechos de recuerdos implantados. Las redes sociales, con Facebook
a la cabeza, suponen el inicio de la impostura que nos cambia la ilusión de
libertad por soledad. Aprender este nuevo lenguaje que nos dice supone manosear
la mentira. Y esto no nos hará más libres, sino más perversos.
El Gaviero sabe moverse bien en lo limítrofe. Quizás porque en los límites es donde corremos el riesgo de encontrarnos.
IMPOSTOR
Esos huesos fundidos por el láser
que yacen ante mí fueron un día
mis huesos o eso hicieron que creyera
los científicos locos funcionarios
u oscuros oficiales del ejército
que vertieron cadenas de ADN
en el núcleo de un óvulo vacío
con quién sabe qué sádicos propósitos
No soy más que un fantasma una quimera
surgida de un matraz
en un laboratorio de genómica
IMPOSTOR
We are the hollow men
T.S. Eliot
T.S. Eliot
Esos huesos fundidos por el láser
que yacen ante mí fueron un día
mis huesos o eso hicieron que creyera
los científicos locos funcionarios
u oscuros oficiales del ejército
que vertieron cadenas de ADN
en el núcleo de un óvulo vacío
con quién sabe qué sádicos propósitos
No soy más que un fantasma una quimera
surgida de un matraz
en un laboratorio de genómica
Mi vida son recuerdos implantados
Nunca estuve en París No hubo aquel muro
junto al que descubrí cómo sabían
los besos a los quince
Mi hermana no murió en un accidente
jamás se entrelazaron nuestras manos
¡Ah, qué seria de la literatura sin los grandes impostores que la habitan! Es que he acabado ahora mismo de leer El talento de Mr. Ripley y parece como si esta interesantísima reseña me hubiera estado esperando tras la última página
ResponderEliminarHola Carmen, siempre son interesantes estas coincidencias lectoras. Y buena tarea la tuya, siempre al acecho de la liebre que salta. Un beso.
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