Debajo de un almendro
Tengo que confesar que he disfrutado al menos un poquito viendo el debate entre Pablo Iglesias y Esperanza Aguirre que estos días se ha estado difundiendo por redes sociales. El tono del debate alternaba al buen tuntún una meritoria ironía con la acostumbrada zafiedad, la hosca gravedad con el cinismo casi snob. En fin, diversión garantizada. Luego me acordé de aquel hilarante diálogo a tres bandas que se marcan la SEÑORA, el MARIDO y el AMIGO en el prólogo de Eloísa está debajo de un almendro, de E. Jardiel Poncela. Como digo, pura diversión.
SEÑORA. Es lo que yo digo: hay gente muy mala por el mundo…
AMIGO. Muy mala, señora Gregoria.
SEÑORA. Y que a perro flaco, to son pulgas.
AMIGO. También.
MARIDO. Pero, al fin y al cabo, no hay mal que cien años dure, ¿no cree usté?
AMIGO. Eso, desde luego. Como que después de un día viene otro, y Dios aprieta, pero no ahoga.
MARIDO. ¡Ahí le duele! Claro que agua pasá no mueve molino; pero yo me asocié con el Melecio por aquello de que más ven cuatro ojos que dos, y porque lo que uno no piensa al otro se le ocurre. Pero de casta le viene al galgo el ser rabilargo: el padre de Melecio siempre ha sido de los de quítate tú para ponerme yo, y de tal palo tal astilla, y genio y figura hasta la sepultura. Total: que el tal Melecio empezó a asomar la oreja y yo a darme cuenta, porque por el humo se sabe dónde está el fuego.
AMIGO. Que lo que ca uno vale a la cara le sale.
SEÑORA. Y que antes se pilla a un embustero que a un cojo.
MARIDO. Eso es. Y como no hay que olvidar que de fuera vendrá quien de casa te echará, yo me dije digo: "Hasta aquí hemos llegao; se acabó lo que se daba; tanto va el cántaro a la fuente, que al fin se rompe; ca uno en su casa y Dios en la de tos; y a mal tiempo buena cara, y pa luego es tarde, que reirá mejor el que ría el último".
SEÑORA. Y los malos ratos pasarlos pronto.
MARIDO. ¡Cabal! Conque le abordé al Melecio, porque los hombres hablando se entienden, y le dije: "Las cosas claras y el chocolate espeso; esto pasa de castaño oscuro, así que cruz y raya, y tú por un lao y yo por otro; ahí te quedas, mundo amargo, y si te he visto no me acuerdo". ¿Y qué le parece que hizo él?
AMIGO. ¿El qué?
MARIDO. Pues contestarme con un refrán.
AMIGO. ¿Que le contestó a usté con un refrán?
MARIDO. (Indignado.) ¡Con un refrán!
SEÑORA. (Más indignada aún.) ¡Con un refrán, señor Eloy!
AMIGO. ¡Ay qué tío más cínico!
MARIDO. ¿Será sinvergüenza?
AMIGO. Hombre, ese tío es un canalla capaz de to.
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