Barro, Alejandro Pedregosa


Se dice Pepo 
así se lo he oído antes poeta que narrador. Al menos como aspiración, signo vital o naturaleza. Este libro, Barro, da fe. Y también se me ocurre otra cosa: que hay zonas de nuestra vida más íntima, momentos de una intensidad tal que no podemos ser otra cosa. Poetas.

Pepo lo es, no sólo como transmisor de una honda y personalísima emoción, sino por la mirada la suya, prístina, sencilla, desprejuiciada acostumbrada a darse y hacerse una con la humildad del mundo. Es esa mirada la que se nos posa en los ojos, la que recibimos y sentimos abrazarnos, a pesar de todo o precisamente por todo, la mirada-abrazo en la intemperie, el hombre-humanidad frente a frente con lo decisivo.

Lo decisivo es un padre muerto y la forma de quedar aquí, nosotros, entre el mutismo y el viento. Así, entre el mutismo y el viento quedamos, parte ya de su desconsuelo, orgullosos también de su desnudez, acobardados junto a él, y protegidos, en mutua compañía.






Comentarios

Entradas populares