Árboles con tronco pintado de blanco, Juan Antonio Bernier

 
Supe de Juan Antonio Bernier hace años por algún amigo en común ya mencionado en este blog. Un joven poeta joven, parafraseando uno de sus poemas. Joven pero ya semiconsagrado. Descendiente de Juan Bernier (recientemente editado en Pre-textos) que por entonces algo tenía que ver con Cabra y yo estaba en Lucena. Lo vi allí mismo, en Lucena, con motivo de unas jornadas sobre orientalismo organizadas por el multiusos Manuel Lara Cantizani, todo un derroche verbal. Y percibí el magnetismo que lo acompaña, que lo precede. Chaqueta de cuero negra, pelo descuidado, largo y formando bucles. Manos en los bolsillos, porte setentero. Parecía Lou Reed. Fue visto y no visto, como un buen rockero.

Lo conocí hace algo más de un año en la última edición de Cosmopoética. Yo iba invitado por Fruela, se supone que con el visto bueno de Bernier, y allí, antes del recital, nos tomamos una Cocacola en la terraza de un bar. Creo que nuestra conversación se limitó a esto:

YO - No te pude mandar mi libro porque me pusiste una dirección en la que ya no estabas.
ÉL - Ya, ahora estoy en Bulgaria.

Fruela dijo algo y ahí se terminó. Yo había leído Así procede el pájaro y me habían gustado mucho los primeros poemas; alguno de ellos, creo que el primero, me recordaba a uno esos versos que no salen de la cabeza durante un tiempo. Era de Andrade.

Hace poco tuve noticias de la publicación de su segundo libro también en Pre-textos. Tan sólo su segundo libro. Quizás sea el buen consejo o quizás la buena contención, pero tener más de treinta años y haber publicado sólo dos libros es todo un logro. Los dos en Pre-textos. Y los dos con el suficiente eco para no pasar desapercibidos. De este segundo leí una entrevista a Martín López-Vega donde decía que era un libro
«tonto de remate»:

«Me ha puesto de mal humor. Si uno quiere aprender a distinguir con facilidad sencillez de simplonería, profundidad de pose, probablemente en ningún libro lo vaya a tener tan fácil como en este. Ofende en este libro la pose: para Bernier escribir un poema es hacer algo "bonito". Así que estos poemas son como cuadros comprados en Ikea. Casi se salvan los poemas que se fían al chiste final, cuando el chiste tiene gracia. Inane, lleno de giros que alguno dirá juanramonianos pero que son cien por cien de la moda del tiempo ("Nuestras voces, una a una"), cuando no estupideces como "Un joven profesor joven", que ofenden por su pretendido esteticismo burdo, trasnochado y simplón. Y ofende doblemente porque sabiendo como sabe uno que Bernier no es tonto, ni mucho menos, no entiende cómo puede haber escrito un libro que es tonto de remate.»
 
Desconozco si hay rencillas personales de por medio o si simplemente está diciendo lo que piensa. Diría que lo segundo. Después leí unas palabras de Juan Andrés García Román a propósito de la poesía de Bernier. Leer a Juan Andrés, hable de lo que hable y diga lo que diga, siempre enriquece. Habla del neosimbolismo del primer libro pero apenas toca el segundo. Y hace unos días me compré el libro y lo leí. Y entendí. Es un libro arriesgado que lleva al extremo un modo de hacer poesía.

El libro está publicado en la colección La cruz del sur de Pre-textos, donde publican Atencia, Segovia, Juárez, García Marruz o Gimeno. Sin duda es una apuesta. Y toda apuesta implica un riesgo. Será ese magnetismo que desprenden ciertas personas el que hace que, casi dos años después, aún me gustaría enviarle mi libro. El poema que copio me parece el mejor del libro. El que mejor enlaza con aquellos primeros poemas de Así procede el pájaro y el que más me gusta.


Como estar abrazados.
Uno se siente,
no sé,
como lleno por fuera.

Y hay un ritmo en la calle
que sigue sin nosotros,
y el día pasa así
aunque no nos afecta
porque eres hermosa

y mi belleza tiende hacia la tuya.

Ahora ya lo sé,
te he comezado un poema
y lo escribo despacio
cuando estamos aquí,
en el hueco entre nosotros.

"No sé, quizás, supongo, pero",
Juan Antonio Bernier

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