El socialista sentimental, Francisco Umbral

 


Asís y Bustar, pareja desigual, uno por adelantado, casi ido, el otro por recién llegado. Unidos por un respeto paterno-filial que acaba envolviendo y dejando en poco la militancia, la política a rebufo de la amistad, la verdadera política, el verdadero socialismo una cuestión de amistad con lo cercano. De ahí la sentimentalidad. Un discipulado, una formación en toda regla, hacia esa Flavia que es una utopía carnal, un redescubrir lo esencial en lo inmediato, hacia un desencanto por distintas vías, porque el desencanto también se aprende, no vale de cualquier manera. El mal del país que presagió Bustar: el fanatismo, el nacionalismo y el bipartidismo. Algo, curiosamente, tan barojiano y tan actual. Es decir, la fractura. Sociedad fracturada por antonomasia, la española. Asís encarna esa escisión sobre la que va cimentando, mal que bien, un credo más de valores que de ideas, y más de quitar que de sumar. Quizás esa sea la lección, una de ellas. Que el socialismo se debe a sí mismo un respeto y que eso es tanto como respetar todo, una ecología de espíritu donde calentarse las manos y el corazón. El hombre de ideas es un sentimental siempre, aunque no siempre lo sabe.

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