Umbral y su otra tinta

Siendo lo mismo, cómo cambia de rostro. Entre lo uno y lo diverso, uno gusta de ir caminando, navegando, planeando, ahondando. Pie, barco, ave o raíz. Es lo mismo. Empiezo las primeras páginas de Un ser de lejanías y siento cierta desorientación, entre la frescura y la necesidad de volver a enfocar mis ojos hacia lo pequeño. La literatura se mueve (¿se mueve?) entre lo uno y lo diverso, si se me permite el homenaje a Claudio Guillén. Umbral carga las palabras con otra tinta. Le salen endecasílabos que da gusto. Se le caen: árbol dadivoso de fruta sinestésica: se come por los ojos, la monda el oído. Y a mí me da reparo ir a leer este libro en formato electrónico, una tierra a priori baldía para estos juegos florales. Para esta lírica y la mirada detenida y atenta que pide, que mendiga. Dos mendigos frente a frente. Lo compensaré, me digo, con abono y agua. Lluvia del corazón. Flores de plástico en pleno mes de julio.


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