'Intimidad', de Verónica Fernández y Laura Sarmiento (Netflix)


Casi ocho horas de mi vida (casi) perdidas. Yo que me había retirado felizmente de ver series, que permanecía a salvo de la nueva vorágine de consumo, libre del empacho de plataformas, títulos, rabiosas novedades, éxitos precocinados y fugaces; yo, en fin, he pecado. Quería ver una comedia francesa y acabé embarrado en un dramón monumental tirando (mucho) en lo formal al thriller.

Intimidad me sorprendió por unas actuaciones imponentes (Itziar Ituño junto a Patricia López Arnaiz, y su llamativo contrapunto en varios secundarios más bien ramplones) y una sólida trama de base. Y poco a poco me fue exasperando con dos vicios difícilmente tolerables: el retorcimiento argumental, poco creíble, nada convincente, bajo el pretexto aparente de llenar metraje (ocho capítulos que bien podrían haber sido cuatro o cinco), algunas piruetas gratuitas que inevitablemente iban a echar mano del comodín del deux ex machina. En segundo lugar, unos diálogos obsesivamente expositivos, preocupados por aclarar lo obvio una y otra vez. Y lo obvio es el mensaje, la moraleja o el moralismo machacón, sobre el cual se construyen las casi ocho horas de serie.

Tanto es así que uno acaba empachado de mensaje. Un mensaje, por cierto, legítimo, plausible y necesario, pero que termina malogrando, por falta de sutileza y de inteligencia, el producto artístico. Ya había leído sobre la presunta deriva de Netflix, en caída libre de suscripciones, a politizar sus producciones, cada vez más pendientes de hacer patente un sesgo ideológico o una lección moralizante (insisto, legítima y hasta plausible en el terreno social y ético), que de las exigencias propiamente estéticas.

Algunas reseñas son más elocuentes: «toman por tonto al espectador». Reseñas fundamentadas que inmediatamente reciben la airada reprobación de quienes confunden los términos: no se juzga el tema tratado sino su tratamiento. Y la insistencia en hacer explícito una y otra vez un mensaje que, más que a cine, huele a catecismo. Creo que volveré a mi feliz apartamiento.

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