"Adiós, hermano mío", John Cheever

“Adiós, hermano mío”, pese a ser un relato casi de juventud, se sostiene sólidamente sobre dos tramas: la trama patente, el conflicto familiar, y la trama subyacente, la lucha entre la manada y el lobo estepario. Lawrence y su hermano, el narrador, cada uno con sus razones, materializan casi concepciones políticas y filosóficas opuestas. El buen salvaje frente al rebelde. Rousseau ante Voltaire.

Cheever construye el relato sin prisas, demorándose en lo ambiental (situaciones, escenas y recuerdos) y unos personajes bien definidos, con tantas aristas y pliegues como sean necesarios para comprenderlos o condenarlos: para que el lector crea en la ficción y la complete.

En un final formidable («Las vi dirigirse hacia la orilla, y vi que se hallaban desnudas, sin rubor alguno, hermosas, y llenas de gracia, y me quedé mirando a las mujeres desnudas, saliendo del mar») el rebelde es expulsado de la grey, y la belleza, repentina e inesperada, es un colofón que invita al ensueño y con la que, de paso, Cheever retrata una sociedad históricamente vitalista que valoraba el hedonismo por encima la culpabilidad, el abrazo de consolación sobre la lúcida tarascada de la moral.



Comentarios

Entradas populares