Mrs. Caldwell habla con su hijo, Camilo José Cela


Cronológicamente, y salvo una deserción mía aún subsanable, Mrs. Caldwell habla con su hijo sería el primer título de C. J. C. que leo con cierto interés, un interés si no sostenido sí al menos sincero (aunque, digámoslo también, intermitente). El amor enloquecido de una madre aristócrata, muy poco ortodoxa y profundamente decadente, todo un personaje de folletín decimonónico, el amor hacia su hijo muerto en las aguas del mar Egeo: ese es todo el meollo argumental. Las cartas resignadas y líricas, que se pasean por la vesania y por el incesto post-mortem, tan trágicas y tan costumbristas, componen este libro escrito bajo el cervantino recurso del manuscrito encontrado. Las perturbadas confidencias amorosas de una snob aparentemente muy culta dan el nivel en esta obra precursora de Mortal y rosa (de todo Umbral, casi) y epigonal a su modo del Ocnos cernudiano en su paisajismo interior. A la quinta fue la vencida, don Camilo.

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